20070209

Rio de Janeiro, Enero 2002

No sé vosotros, pero yo empiezo a estar un poco cansado. Cansado del trabajo, de tener mil cosas pendientes de hacer y sobre todo de lluvias, nieblas y frío. Así que nuevamente os invito a irnos de viaje, esta vez a una de las ciudades mas exóticas y preciosas del mundo. Nos vamos a Brasil, a Rio de Janeiro.

Nuestro hotel está en la mismísima playa de Copacabana, la más famosa junto a la de Ipanema (situada justo detrás del morro que sobresale). La vida social de Rio de Janeiro gira en torno a las playas, allí se va a pasar el día, a tomar el sol, a practicar deporte - fútbol sobre todo- o a ligar. Incluso en este momento a ver cine carioca al caer el sol.



Pero nosotros hemos venido a ver cosas, no a pasarnos el día en la playa, así que lo mejor es iniciar un circuito por la ciudad, a ver qué sorpresas encontramos. La primera parada es obvia, el estadio de fútbol Mário Filho, mas conocido como el de Maracaná (que significa “pajaro verde”). Allí, nos sentaremos a escuchar a un simpático carioca que nos contará con su peculiar sentido del humor lo que el fútbol representa para los brasileños y la decepción que se llevaron al perder allí mismo contra Uruguay en el Mundial de 1.950 (aun les dura el cabreo…)



Otra visita curiosa es la Catedral Metropolitana, nadie diría que es un Iglesia con semejante forma, pero ahí está, con capacidad para 5.000 personas sentadas (aunque en Maracaná caben 113.000)

El Sambodromo. Creo que ninguna ciudad en el mundo ha construido una avenida con el único fin de desfilar en Carnaval. Tiene casi un kilómetro de largo y a derecha e izquierda se sitúan los palcos para ver el desfile de las distintas escuelas de Samba. Algunas localidades tienen precios prohibitivos, pero aun así se llena todos los años.



Ya hemos visto buena parte de la ciudad al raso, es hora de subir a las alturas, y uno de los mejores miradores de Río de Janeiro es el Monte Corcovado, en el Parque Nacional de Tijuca, a 710 metros. Allí subiremos en funicular y nos encontraremos de bruces con el Cristo Redentor, de 30 metros de altura y 28 de mano a mano. Es un poco más pequeño de lo que parece, pero es visible casi desde cualquier punto de Río, y desde aquí tenemos una panorámica completa de toda la ciudad.



Una de las vista más espectaculares es la del Pan de Azúcar, otro de los emblemas de Río de Janeiro, también subiremos, dentro de un rato, a bordo del teleférico.

Desde el Pan de Azúcar, a 396 metros, tenemos otra increíble vista de la ciudad, construida ganando terreno a los riscos y selvas que asoman por doquier. Desde aquí se vuelve a ver el Cristo Redentor recortándose en el cielo sobre la bahía de Botafogo.



Aparte de lo visto, Rio de Janeiro cuenta con algo que difícilmente encontraremos en una guía turística y que sin embargo están ahí: las Fabelas, casuchas construidas sin orden ni concierto, donde vive una buena parte de la población carioca, allí viven miles de personas de clase obrera y nuestro guía nos insistirá en que no son focos de violencia y drogas. Por si acaso, no nos acercaremos a comprobarlo.



Turisticamente hablando, Rio de Janeiro es hasta aquí, pero aun queda mucho por vivir en esta ciudad, por ejemplo, podemos hacer una excursión en barco hasta las Islas Tropicales de Angra Dos Reís, donde a ritmo de Samba descubriremos los ingredientes de la Caipirihna: Licor de Cachaza, lima, azúcar y hielo picado (bebed con moderación)



Pero es irremediable, la fiesta está por todos lados y lo mejor con unas cuantas caipirihnas en el cuerpo es ir a pasar la noche a una Escuela de Samba, allí es donde ensayan sus desfiles para el Carnaval durante todo el año, donde tienen miles de vestidos con volantes, plumas y lentejuelas. Cada escuela desfila detrás de una pareja principal que no para de bailar y girar, mientas ondean la bandera de su escuela.



Puede que incluso nos hagan desfilar a nosotros, en pocos minutos nos llenan de plumas y serpentinas, espero que nos acordemos de la letra y los pasos que ensayamos en el autobús, todos juntos: "Explode coraçáo Na maior felicidade É lindo o meu salgueiro Contagiando e sacudindo Essa Cidade… "



La noche ha dado para mucho, pero lamentablemente ha sido la ultima, nos tenemos que marchar y aún no hemos conocido a la famosa chica de Ipanema a la que cantó Jobim ¿Será acaso aquella que pasea en bicicleta por la orilla del lago Rodrigo da Freitas? Nos quedaremos sin saberlo….



Fotografias originales (excepto nº 1, buscada en Google)

3 comentarios:

  1. Sí que te gusta viajar ¿eh?. Qué graciosa la foto de los disfraces. Al principio no te había visto. ¿De qué se supone que íbais?. A mi me ha parecido una raja de sandía, pero no creo que fuera... jajajaja ;)

    Un besito

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  2. Que digo yo... ¿Tú no cumplías años un día de estos?. Yo y mi memoria... Pa mi que se me ha pasao :(

    Felicidades con atraso, por si las moscas...

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  3. Pues si, ibamos todos de frutas. Nosotros en rojo de Sandia, lo de detrás en verde, de Kiwi o similar y otro grupo mas de rosa...

    Lamentablemente el premio se lo dieron a los de verde, el superjefazo iba en ese grupo, no se notó apenas el tongo...

    Y tu felicitación no llega con retraso, al contrario, el día fatídico es mañana...

    Gracias por adelantado. Besos.

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