En Estambul, aparte de visitar Santa Sofía, la Mezquita Azul o el Palacio de Topkapi, hay un sitio que vuelve locos a los turistas que a la antigua capital otomana acuden: El Gran Bazar de Oriente.
De tamaño similar a una pequeña ciudad cubierta con bóvedas, el Gran Bazar de Estambul es un laberinto de más de 58 calles cruzadas entre sí, donde perderse es sumamente fácil y de donde prácticamente es imposible salir sin haber hecho alguna compra.
Más de 4.000 puestos llenos de tentadoras mercancías (joyas, cuero, prendas y relojes de imitación, artesanía, alfombras, etc.) esperan a los turistas extranjeros, donde inician con sus habilidosos vendedores el antiguo ritual del regateo. El precio de salida de cualquier producto suele ser hasta tres veces superior al definitivo, pero para llegar a él es necesaria una dura y lenta negociación que puede llegar a poner a prueba los nervios de cualquiera.
Más allá de la artesanía típica de Turquía, lo más vendido y ofertado son las imitaciones de bolsos de marca, ropa y relojes, no siendo inusual que te hagan acompañarlos a la trastienda para ofrecerte algún producto exclusivo… pero más falso que un euro de plástico.
La diversión suele venir al final, viendo a la gente salir cargadas de bolsas de plástico negras y enseñando y comparando adquisiciones, siempre habrá una imitación más perfecta que otra y siempre un precio más bajo que otro.
El definitiva, el Gran Bazar es una atracción turística más, donde lo de menos es lo que se compre (excepto para los compradores compulsivos de falsificaciones de marcas) y donde los divertido es el ambiente y el regateo.
De tamaño similar a una pequeña ciudad cubierta con bóvedas, el Gran Bazar de Estambul es un laberinto de más de 58 calles cruzadas entre sí, donde perderse es sumamente fácil y de donde prácticamente es imposible salir sin haber hecho alguna compra.
Más de 4.000 puestos llenos de tentadoras mercancías (joyas, cuero, prendas y relojes de imitación, artesanía, alfombras, etc.) esperan a los turistas extranjeros, donde inician con sus habilidosos vendedores el antiguo ritual del regateo. El precio de salida de cualquier producto suele ser hasta tres veces superior al definitivo, pero para llegar a él es necesaria una dura y lenta negociación que puede llegar a poner a prueba los nervios de cualquiera.
Más allá de la artesanía típica de Turquía, lo más vendido y ofertado son las imitaciones de bolsos de marca, ropa y relojes, no siendo inusual que te hagan acompañarlos a la trastienda para ofrecerte algún producto exclusivo… pero más falso que un euro de plástico.
La diversión suele venir al final, viendo a la gente salir cargadas de bolsas de plástico negras y enseñando y comparando adquisiciones, siempre habrá una imitación más perfecta que otra y siempre un precio más bajo que otro.
El definitiva, el Gran Bazar es una atracción turística más, donde lo de menos es lo que se compre (excepto para los compradores compulsivos de falsificaciones de marcas) y donde los divertido es el ambiente y el regateo.
Es una auténtica locura gigantesca. El pero que le pongo es que solo hay tres o cuatro tipos de establecimientos que se repiten hasta el infinito.
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